jueves, 31 de marzo de 2011

Capitulo Dos Retocado


Después de varias horas allí sentada, Estefanía decidió regresar a casa. Estaba anocheciendo y el camino de vuelta era bastante largo. Comenzó a caminar mientras se ponía el mp3 para ir escuchando música, le gustaba la música variada, así que llevaba un poco de todo.
De camino a casa notó que no había mucha gente por la calle, cosa rara pensó, pero mejor para ella, ya que no le gustaba mucho la multitud. De repente se paró, comenzó a mirar en un escaparate de una tienda unas Converse, llevaba demasiado tiempo intentando convencer a su madre de que se las comprara pero sabía que no lo haría. Siguió andando y un poco más adelante llegó al portal del edificio donde vivía. Sacó las llaves del bolsillo de la chaqueta y abrió la puerta.
Subía las escaleras cuando de repente escuchó unos gritos. No les dio importancia porque sabía que eran los vecinos del primero quienes se pasaban día y noche discutiendo. Siguió subiendo las escaleras hasta el cuarto piso, donde ella vivía.
Llego a la puerta de su casa y la abrió, al entrar vio a su madre en la cocina pero pasó de largo y se dirigió hacia el baño, entrando escucho que su madre la llamaba, y ésta, después de utilizar el aseo, se dirigió hacia la cocina donde estaba Sara.
Una vez Estefanía llego junto a su madre esta comenzó a gritarle y empujarla, se había dado cuenta de que su madre estaba borracha pero aun así no entendía el porqué de su reacción.
Sara muy enfadada y con mucha rabia contenida se desahogó con su propia hija.
La agarró del pelo y el zarandeo tirándola al suelo de la cocina. Mientras estaba allí tirada y pese a que Estefanía le suplico que no lo hiciese, hizo como si no la escuchase y comenzó a pegarla. Le pegó varias patadas y puñetazos, uno de los puñetazos le alcanzó en la cara haciéndole un corte con el anillo.
Estefanía intentaba escapar de los golpes de su madre, pero no era fácil debido a que estaba acorralada. Le sangraba el corte que le había provocado, en ese momento fue cuando su madre dejó de golpearla retrocediendo y dándose cuenta de lo que había hecho.
Sara bastante nerviosa y temblorosa, se sentó en una silla mirando fijamente como lloraba su hija. No sabía cómo actuar, cómo poder salir de aquella situación, se acercó a ella:
- Hija perdóname, yo no quería hacer eso – le suplicó llorando.
- Mamá… déjalo – dijo en voz baja, apartando la vista de su madre por lo sucedido.
- ¡Hija, lo siento! Yo sé que no he actuado de la mejor forma, pero por lo menos deja que te cure la herida– exclamo entre lágrimas a la vez que extendía la mano para curarla.
- No me toques, ¿vale?, déjame en paz – dijo con los ojos humedecidos mientras apartaba la mano de su madre.
Se levantó rápido y echó a correr saliendo por la puerta, mientras bajaba rápido las escaleras escuchaba a su madre diciéndole que volviera, pero Estefanía la ignoró y salió del edificio.
Ya en la calle, se quedó perpleja mirándose en el reflejo de un cristal, vio los daños causados por los golpes de su madre, sangraba bastante pero aun así se fue andando.
La gente se fijaba en los golpes que tenía, en el corte, en como la sangre le recorría la cara. Un vecino se acercó a ella intentando preguntarle que la había pasado, pero ésta siguió sin dar respuesta alguna.
Anduvo durante varios minutos hasta llegar a una estación de tren abandonada, llevaba varios años vacía y apenas transitaba gente por esa zona. Lo sabía perfectamente, por lo que decidió quedarse allí.
Anochecía, pero no tenía ganas de volver a casa y menos de ver a su madre después de todo lo que había pasado, por lo que decidió pasar la noche allí. Sabía que la esperaba una dura noche, ya que era invierno y en la estación hacia demasiado frío, aquello parecía un congelador. Pasaron un par de horas pero no conseguía dormir, estaba destemplada, entonces vio varios trozos de madera por allí tirados que le podrían servir perfectamente para encender fuego y entrar en calor. Las recogió y las juntó todas en una zona donde no soplara demasiado el viento.
Por suerte tenía un mechero en el bolsillo, encendió el fuego, se recostó usando la chaqueta de almohada  quedándose dormida.
A medianoche se despertó temblando de frío, se había apagado el fuego; la poca madera que había conseguido estaba demasiado seca y se consumió en menos de lo que ella se había imaginado, cada vez hacía más frío por lo que decidió ponerse la chaqueta. Ya no consiguió conciliar el sueño en toda la noche.
Con los primeros rallos del sol, Estefanía salió de la estación para así poder entrar en calor.
Miró la hora, tenía que ir a clase pero estaba sin mochila, se la había dejado en casa.
No quería ir porque lo que menos le apetecía era encontrarse con su madre. Sara trabajaba a varios bloques de donde vivían y normalmente a esa hora ya tendría que salir, por eso dudaba si esta se encontraría allí esperándola.
Sin pensarlo más se dirigió a casa. Por el camino se encontró a Marta una compañera de clase que se dirigía ya al instituto.
Marta se había fijado en los golpes que tenía en la cara pero sobre todo en el corte, entonces decidió acercarse a ella:
- Estefanía- llamó su atención- ¿estás bien?-preguntó la muchacha.
- Marta, ¿acaso te importa como estoy o dejo de estar? – le contestó.
- Perdona Estefanía, solo quería saber si estabas bien y lo que te había pasado – se disculpó.
- Mira, no te preocupaste por mí cuando nuestros odiosos compañeros de clase me hacían esas cosas no te preocupaste, tampoco lo hiciste cuando mi padre falleció ¿Vienes a preocuparte ahora porque me ves unos moratones y un corte en la cara? no hace falta que lo hagas, nadie se preocupó por mi…. excepto mi padre, así que no vengas ahora queriéndolo hacer tu – le reprocho amargamente y mirándola con frialdad.
- Estefanía yo….
 - Marta – la interrumpió- no te necesito, se cuidar de mi misma, así que sigue tu camino y ya nos veremos en clase.

4 comentarios:

  1. Duras tus entradas, solo espero que sea fruto de la imaginación esta historia...aunque se de sobra que hay cientos, miles cada dia que son como ésta o más atroces...mis saludos...

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  2. Así es todo es fruto de mi imaginación, se que puede resultar muy duro pero estas cosas por desgracia pasan.

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  3. Wao que fuerte historia, me llamó la atencion leerla, es interesante, muy buena imaginacion

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